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Ese amor interior de Richard Lawson
Traducido al español por: Guillermo Riquelme Valenzuela
 
Los personajes e historias de Ranma 1/2 son copyright (c) Rumiko Takahashi y han sido usadas aquí sin permiso ni licencia.
No se reclama derecho de propiedad alguno sobre este trabajo. Esta obra es estrictamente para uso no comercial, y ha sido creada sólo para el disfrute de los fanáticos.


Preludio: El corazón del hogar

La suave luz del alba calentó la mejilla de Kasumi. Abrió sus ojos y miró fijamente a través de la ventana hacia el iluminado cielo. Prometía ser un hermoso día.

Kasumi extendió su mano y desconectó la alarma del reloj antes que sonara. No hay necesidad de despertar a nadie más todavía. Se deslizó fuera de la cama y sacudió ligeramente su pelo.

Se vistió, ató su pelo y lo puso sobre su hombro. Kasumi se permitió un segundo de admiración de su cabellera. Para ella era su mejor cualidad, pensó, y trabajaba duro por mantenerla así.

Kasumi se agitó saliendo de su ensoñación. Demasiado trabajo por hacer, como siempre.

Abrió la puerta y caminó suavemente por el vestíbulo. Todos dormían aún, aunque eso cambiaría pronto.

Entró a la cocina y tomó uno de sus delantales del garfio. Ponérselo le daba una sensación de control, de dominio sobre su ambiente.
 


 
Kasumi se apoyó en la entrada de la cocina, sin querer profanar los dominios de su madre. Podía verla al fondo, con el delantal atado con un bonito lazo. Se podían escuchar el sonido de un cuchillo rebanando frente de ella. Kasumi quería saber qué estaba preparando su madre. Quería estar con su madre, pero la cocina era sagrada, y no un lugar donde se le permitiera entrar a ella o sus hermanas.

Los sonidos del cuchillo se detuvieron. Su madre se volvió hacia Kasumi. Kasumi sintió un poco de temor... su madre aparentaba estar a punto de reprenderla y enviarla fuera. Pero la calurosa y amorosa mirada que siempre parecía encontrar un camino hacia el rostro de su madre, calmó los miedos de Kasumi tan rápido como se habían formado.

--Kasumi-chan, ¿quieres ayudar?

La alegría llenó a Kasumi. ¡Su madre le permitiría entrar! ¡Ella le dejaría hacer cosas de grande!

--¡Sí!

Corrió delante de su madre y se quedó de pie frente a ella, temblando ansiosamente.

Su madre rió con suavidad. Puso su mano en el hombro de Kasumi y la guió detrás de la puerta. Colgando de un gancho al lado de la entrada yacían algunos delantales.

--Estos son un poco grandes para ti, Kasumi --dijo su madre mientras ella los observaba--. Pero probemos este.

Alzó un delantal rizado fuera del gancho y lo sostuvo en frente de Kasumi.

Los ojos de Kasumi se ensancharon. Ser permitida en la cocina era una aventura maravillosa. Ponerse ropas de grande (¡con autorización!) era suficiente para quitarle el aliento.

Kasumi tomo el delantal de las manos de su madre con avidez y lo colocó encima de su cabeza. El delantal era un poco grande y colgaba de ella sin mucha elegancia. Recogió los cordones de delantal y los sostuvo delante, insegura de lo que debía hacer a continuación.

Sonriendo, su madre se arrodilló, tomó los cordones y los colocó alrededor de Kasumi.

--Tu delantal es el rostro que vistes en la cocina. Evita que tus ropas se ensucien y es un buen lugar para limpiar tus manos mientras cocinas. ¡Claro que siempre tienes que lavar tus manos antes de cocinar!

Al terminar de atar el delantal alrededor de Kasumi, su madre se apoyó en sus talones, con sus ojos a la misma altura que los de ella, y agregó con una amplia sonrisa.

--Más que nada, te define a ti. Le dice a la cocina --y su voz adquirió un tono perentorio-- "¡Atención! ¡Kasumi-sama está aquí para cocinar! ¡Obedecerás mis órdenes y me ayudarás a hacer una comida deliciosa!".

Kasumi se rió. Su madre se puso de pie, colocó su mano detrás de la cabeza de Kasumi y gentilmente la guió hacia el fregadero.

--Tu delantal también es una expresión de amor. Amas tanto a tu familia que estás deseosa de ponertelo para prepararles la comida --su madre abrió la llave del agua y le dio una barra de jabón a Kasumi--. Después arreglaremos este delantal para que te quede mejor. Más tarde podrás hacerte uno propio y poner algo de amor en él, para que tu padre y tus hermanas sepan lo mucho que significan para ti.

Frotando sus manos con el jabón, Kasumi apenas podía contener su alegría. ¡Coser también! Su madre le dejaría ser grande. Este pensamiento era tan alucinante como excitante, pero saber que su madre siempre estaría allí le ayudaba a disminuir sus preocupaciones.

Kasumi levantó su vista hacia su madre y le ofreció una sonrisa de amor puro y adoración.
 


 
Kasumi secó sus manos con una toalla y se quedó algunos segundos mirando la pared. El ritual de ponerse su delantal y lavarse las manos siempre le traía recuerdos de su madre. Pero, cada vez, los recuerdos se hacían más lejanos. Eso entristecía a Kasumi.

Sin embargo, la cocina no era un lugar para la tristeza. Su madre le había enseñado eso. Fue al armario y sacó dos teteras. Las llenó de agua y las puso a hervir. Empezó a preparar el desayuno. Cuando las teteras empezaron a silbar, bajo la llama del quemador de una y la mantuvo hirviendo, apagando la otra.

Pudo escuchar entonces el sonido de pies que bajaban. Ranma y su padre iban a su práctica matutina. Dado que era una mañana agradable, practicarían afuera. Los sonidos de la lucha pronto llenaron el patio.

Esto normalmente era suficiente para despertar al resto de la casa. Kasumi vertió el agua a punto de hervir en otra tetera, puso un poco de té en ella y la colocó en una bandeja junto a algunas tazas. Finalmente la puso en el centro de la mesa.

Mientras lo hacia, entró su padre.

--Buenos días, Kasumi --dijo mientras se servía una taza. Se volvió a observar la pelea en el patio.

Kasumi regresó a la cocina. El desayuno estaba casi listo, justo a tiempo, cuando la lucha en el patio se intensificó. Terminó, como siempre hacía, con una zambullida.

Kasumi sonrió y sacó los platos del desayuno.

Akane y Nabiki se habían unido a su padre en la observación de las travesuras del patio. Nabiki parecía poco interesada en los procedimientos, mientras Akane se veía hastiada, murmurando algo sobre su respiración. El panda entró y se sentó a la mesa. Kasumi le sirvió una taza de té, algo difícil de hacer para su tío en la condición actual. El gruñó sus agradecimientos y acercó la taza a sus labios, rumiando con satisfacción.

Ranma estaba de pie en la puerta, intentando estrujar su ropa mientras aún la vestía. Kasumi regresó a la cocina, tomó la segunda tetera y se la entregó a Ranma. Ranma sonrió en agradecimiento y la volcó encima de su cabeza.

--¿Cuándo vas a entender que pelear en el patio no es una buena idea? --Akane sonaba exasperada, como lo hacía a menudo cuando hablaba con Ranma --. Siempre terminas mojado y sucio. No me importaría tanto si no fuera porque nos sentamos en la misma sala de clases todo el día.

Ranma la miró indignado.

--Humpf. Por lo que recuerdo, cuando luchamos ayer en el dojo, tú misma dijiste que era mejor que peleáramos fuera.

Akane dio un respingo.

--¡Eso fue porque hicieron otro agujero en el techo! --ahora parecía enfadada, otra emoción habitual--. ¿Acaso piensas que tenemos un ejército de duendes dedicados a reparar los destrozos que haces?

--¡Ey! ¡Fue papá el que rompió el techo! -- respondió Ranma.

--¡Fuiste tú el que lo lanzó contra él!

--¡El lo pidió! ¡No tenemos que contenernos mientras estamos entrenando!

--¿Entonces podrías contenerte dentro de la casa? ¡El resto de nosotros también vivimos en ella!

--¿Incluyendo tus estúpidos duendes?

Las cosas se estaban saliendo de control. Kasumi decidió hacer algo.

--¡Oh, Dios mío! ¿Creen que a esos duendes les gustaría venir a desayunar?

Eso tuvo el efecto deseado. Ranma y Akane parecieron desinflarse un poco mientras se volvían a verla. Nabiki entornó sus ojos. Su padre pareció sorprendido. El tío Genma levantó un cartel con un signo gigante de interrogación en él.

Fue Ranma quien respondió.

--No lo creo, Kasumi --caminó hacia la mesa y se sentó--. Esto se ve bien, creo.

Akane se unió a él

--Sí, realmente bueno. Gracias hermana.

Kasumi atendió su propio desayuno, contenta con su éxito. La presentación era un aspecto importante en toda comida, nadie comería algo delicioso que se viera como barro. Ella sabía, por supuesto, que esos cumplidos eran casi como cariños, como podrían se halagos para un niño. Eso estaba bien para Kasumi, con tal que evitara que se pusieran a pelear de nuevo.

Estaba de vuelta en la cocina, limpiando, cuando Nabiki, en su uniforme, entró. Esperó que Kasumi terminara de limpiar las repisas. Kasumi puso el mantel húmedo en el cesto de ropa que planeaba lavar hoy. Nabiki observó el mantel con desdén. Kasumi se encogió mentalmente de hombros. Era una lástima que Nabiki nunca fuera a entender la satisfacción del trabajo manual.

--¿Tenemos el dinero para arreglar el techo, Nabiki-chan?

Nabiki sonrió a Kasumi mientras metía la mano en el bolsillo de su falda. Sacó una pila grande de billetes que empezó a contar

--¿Cuánto necesitas?

Kasumi inclinó su cabeza y sopesó las muchas visitas previas de los constructores.

--Supongo que unos 50.000 yen.

Nabiki contó rápidamente el dinero y se detuvo para verificar algunas cifras en su libreta. Sacó un lápiz de su bolsillo y empezó a morder la goma de borrar.
 


 
Kasumi se deslizó a través de los papeles esparcidos a través de la mesa del comedor. Había tanto que ordenar, pensó, y la presión de arreglar las cosas crecía diariamente.

Kasumi observó su reloj e hizo una mueca. Si no empezaba a preparar la cena ahora, tendrían que comer ramen de nuevo, como había sido desde el funeral. Pero los papeles enfrente de ella requerían su atención, y su padre no estaba en condición de ayudar.

Echó otra mirada a la libreta de ahorros del banco. Había un saludable saldo allí, pero las cuentas del doctor habían tomado una gran parte de ella. También el funeral. Eso sin mencionar que su padre no había hecho clases durante la crisis, y no había recolectado ningún honorario.

Kasumi suspiró, tan cerca de la desesperación total como nunca había estado. Su madre... aún dolía demasiado como para pensar ahora en ella. Su padre estaba devastado. Cuando no estaba llorando, miraba fijamente las paredes sin hablar. Akane, rehusando entender, seguía preguntando cuando regresaría mamá.

Y estaban las cuentas. El dojo, gracias al cielo, estaba pagado, pero los impuestos provenían de él, así como los ingresos normales. El auto estaba en buena condición, pero todavía quedaba el pago del seguro. Todavía tenían comida, si conseguía el tiempo necesario para cocinarla.

Kasumi cerró sus ojos e inclinó su cabeza sobre la mesa, dejando fluir la desesperación que intentaba ocultar. No podía permitir a sus hermanas verla así. Necesitaba ser fuerte, por ellas. Pero no estaba segura de que pudiera hacerlo por mucho tiempo más.

Se levantó y pestañeó. Nabiki estaba sentada enfrente de ella. Kasumi no la había oído siquiera entrar. Así como estaba angustiada por su padre, también estaba angustiada por Nabiki. Sólo un año y medio mayor que Akane, Nabiki no había demostrado mucha emoción. Simplemente había observado a todos y todo alrededor de ella, ligeramente interesada, pero con la misma mirada inexpresiva. Aparte de las lágrimas que habían salido de sus ojos en el funeral, Nabiki no había mostrado ningún otro sentimiento.

Ahora, como de costumbre, sólo observaba. Kasumi intentó sonreír, pero sintió sus labios débiles.

--¿Nabiki?

Hubiera querido decir algo más, pero las palabras murieron en sus labios.

Nabiki se levantó, caminó alrededor de la mesa, se arrodilló al lado de Kasumi y recogió una cuenta.

--¿Qué es esto?

Kasumi miró el papel

--La cuenta de la electricidad. Es lo que debemos por las luces y la televisión, y las otras cosas eléctricas que usamos.

Nabiki inclinó su cabeza.

--4780 yen. Yo puedo pagar eso. Tengo muchos yen.

Kasumi pestañeó de nuevo. No tenía idea de cómo Nabiki había obtenido tanto dinero.

--Gracias por el ofrecimiento, Nabiki-chan, pero esa es la cuenta más pequeña de todas las que tenemos. Aún cuando la paguemos, el próximo mes nos enviarán otra factura por la electricidad que usemos este mes.

--Oh.

Nabiki recogió la cuenta del seguro y la leyó.

--¿Esto es por el auto? No tengo tanto dinero --miró a Kasumi--. ¿Y tú?

Kasumi suspiró suavemente.

--No Nabiki. Tú tienes más dinero que yo --recogió la libreta del banco--. Pero la familia dispone de este dinero.

Nabiki dejó la cuenta que estaba sosteniendo y tomó la libreta del banco. Hojeó las páginas hasta encontrar el estado actual de la cuenta.

--Esto es mucho dinero --dijo, manteniendo su rostro y voz inexpresivas.

Kasumi sintió que la mueca venía de nuevo, y la contuvo antes que alcanzara su rostro. Tenía que ser fuerte.

--Puede parece mucho, pero todo eso apenas alcanzará para pagar todas estas cuentas --deslizó su mano encima del montón de papeles--. Y cuando las paguemos, el próximo mes vendrá otro montón de cuentas. Oh, y lo que nos quede tendremos que dejarlo para comprar algo que comer.

La mención de comida hizo que Kasumi observara nuevamente su reloj.

--Oh, Dios mío. Tengo que empezar a preparar la cena.

Kasumi miró las facturas y sintió que su corazón empezaba a hundirse de nuevo. Demasiadas cosas que hacer, y su madre se había ido.

Por el rabillo del ojo, Kasumi pudo ver que Nabiki la observaba, con la libreta de ahorros aún abierta en su mano. Nabiki colocó su otra mano encima de la manga de Kasumi.

--Hermana mayor, déjame ayudar.

Kasumi se volvió hacia Nabiki, y vio más animación en su rostro que la que había visto en mucho tiempo. Había ansiedad y un deseo verdadero. Nabiki miró la libreta, las cuentas y a Kasumi, implorando silenciosamente.

¿Era esto lo que su madre había visto en Kasumi ese día, en la puerta de la cocina? El recuerdo vino a Kasumi y se mantuvo allí.

Kasumi sonrió, esta vez genuinamente. Nabiki ciertamente era buena con los números y si podía equilibrar todo esto, ciertamente ayudaría. Al menos, mantendría a Nabiki ocupada, y le dejaría tiempo para hacer la cena.

--Esta bien, Nabiki-chan. Ve si puedes deducir como podemos pagar estas cuentas y la comida. Ve también si puedes planificar algo para el próximo mes --colocó lápiz y papel en frente de Nabiki--. Estaré en la cocina si me necesitas.

Kasumi extendió su mano y recogió el cuaderno que necesitaría en la cocina. Se puso de pie y caminó hacia la puerta. Volviéndose, pudo ver a Nabiki recoger el lápiz, mirar la libreta con sus ahorros y escribir en el papel.

Todavía sonriendo, Kasumi se volvió hacia la cocina.

Cuando la cena estuvo casi lista, regresó a poner la mesa. Se detuvo en la puerta. Las cuentas estaban en ordenados montones, con tiras de papel etiquetando cada pila. El cuaderno y otra hojas de papel llenas de números en frente de Nabiki. La misma Nabiki miraba fijamente otro papel en su mano, mordiendo la goma de borrar de su lápiz.

--Oh, Dios mío.

Ante esto, Nabiki levantó su cabeza. Kasumi caminó hacia la mesa y colocó los platos encima.

--¿Qué estás haciendo Nabiki?

--Creo que estaremos bien --dijo Nabiki mostrando la hoja de cuentas crudamente manuscrita que estaba en su mano--. Pero pienso que tendremos que vender el auto. Después de todo ya no lo necesitamos... la tienda está cerca y no necesitamos ir más al hospital...

Nabiki hizo una pausa, y continuó.

--Si podemos ahorrar un poco de electricidad y agua, cuidando lo que compramos para comer y usamos lo que resta eficientemente, podremos sobrevivir unos seis meses con nuestros ahorros.

Nabiki hizo una mueca pensativamente.

--Si nuestro padre no empieza a hacer clases entonces, creo que tendré que pensar en otras formas de obtener dinero.

Kasumi se arrodilló lentamente al lado de Nabiki, estudiando la hoja. Librarse del auto ciertamente les ahorraría mucho dinero. Nabiki había deducido de las entradas el dinero que gastaban cada mes en comida y descontado la cantidad apropiada. Nabiki también había estimado lo que obtendrían por la venta del auto (una cifra que parecía adecuada para Kasumi), y predicho que tomaría unos dos meses para hacerlo. También había considerado algunos modestos gastos en escuela y ropa, y considerado una pequeña cantidad mensual para "gastos imprevistos".

Si estas cifras eran exactas (y ella no tenía ninguna razón para dudar de las matemáticas de Nabiki), podrían sobrevivir durante medio año. Kasumi estaba angustiada sobre si podrían sobrevivir hasta el próximo mes.

Kasumi miró a Nabiki con expresión sobresaltada.

--¡Nabiki-chan!

No podía pensar en que más podía agregar. Nabiki se veía ligeramente sorprendida ante la reacción de su hermana. Kasumi extendió su mano y abrazó fuertemente a Nabiki.

--No sabes lo que esto significa para nuestra familia.

Nabiki realmente se rió.

--En realidad fue divertido.

Se liberó del abrazo de Kasumi y empezó a apilar los papeles.

--Voy a traer a Akane para poner la mesa.

Kasumi se sentó y observó a su hermana. Nabiki sonreía mientras ordenaba los papeles, mirando de vez en cuando a Kasumi y sonriendo aún más.

Levantándose, Kasumi prácticamente danzó hacia la puerta. Un peso había sido sacado de sus hombros.

Cuando miró al patio, su felicidad desapareció. Su padre estaba sentado delante del estanque, mirando fijamente su oscuras profundidades. Kasumi se detuvo un momento. Determinada a no perder el impulso que había ganado, caminó hacia él y se detuvo a unos centímetros detrás.

--¿Padre?

Ninguna respuesta. Kasumi habló un poco más enérgicamente, intentando usar el tono que su madre usaba.

--La cena está lista.

Sin reacción todavía.

Kasumi avanzó un paso más y extendió la mano hasta casi tocar el hombro de su padre.

--Hice una de las recetas de mamá.

Ante eso, su padre se estremeció. Lentamente se puso de pie y se volvió hacia Kasumi.

--¿Sí? Debe ser bueno --dijo con un tono monótono--. Espero tener razón.

--Gracias, padre.

Kasumi se volvió y corrió de vuelta a la cocina. Necesitaba llegar allí antes de que algo se quemara. No estaba huyendo de su padre. Sin embargo, eso era lo que seguía diciéndose a sí misma.

Eventualmente todos estuvieron sentados alrededor de la mesa. Kasumi enfrente de su padre, mirándolo, ligeramente temerosa de su reacción. Su auto-confianza vaciló por un segundo. ¡¿Cómo podía atreverse a hacer una de las recetas de su madre y servirla a la mesa?! Ella nunca podría ser la cocinera que su madre había sido.

Su padre tomó un cuenco de arroz con una mano y un par de palillos con la otra. Alzó los palillos y sirvió un poco de la comida en su plato. Kasumi no estaba segura si él sabía incluso qué tenía entre sus palillos. Colocó un poco en su boca y masticó por un momento. Se detuvo, y por un segundo todos los miedos de Kasumi se avalanzaron sobre ella. Ahora era el momento en que su padre se enojaría por intentar tomar el lugar de su madre.

--¡Está delicioso!

En su excitación, su padre rompió los palillos por la mitad.

--¡Es justo como lo hacía tu madre, Kasumi! --agregó, empezando a llorar.

Por esta vez, el llanto era de felicidad. La triste y opresiva tensión que había permeado la casa se disipó. Akane y Nabiki miraban a su padre, tomadas evidentemente desprevenidas por su súbita reacción.

Kasumi sonrió, volviéndose entonces hacia Nabiki.

--Tuve ayuda cuando más la necesitaba, padre.

Nabiki se volvió, sobresaltada. La comprensión se apoderó de su rostro. Se sentaron y sonrieron unos a otros. Lo último que quedaba de la desesperación de Kasumi se evaporó finalmente. Ellos lo harían. Habían perdido a su madre, pero se tenían los unos a los otros y eso era suficiente.
 


 
--Con lo que conseguí de Kuno ayer, podremos cubrir este gasto y un par de otros.

Nabiki puso el dinero en la cuenta, y entonces frunció el ceño.

--Ranma es afortunado de hacernos ganar más dinero que el que nos hace gastar. Si no fuera por eso, él y su padre ya estarían de patitas en la calle.

Kasumi decidió ignorar la expresión ligeramente cruda de Nabiki para enfocar otro problema.

--¿Le has vendido más fotos a Tatewaki-kun?

Nabiki parecía satisfecha consigo misma.

--Sip. Tenía un rollo entero y lo compró sin preguntar iquiera.

Kasumi insistió en el punto.

--Oh, Dios mío. ¿No tiene ya demasiadas fotos?

Nabiki se encogió de hombros.

--Está obsesionado. ¿Qué puedo hacer yo?

Nabiki no entendía. Kasumi probó otra estrategia.

--¿No es sorprendente la cantidad de dinero que gasta en ellas?

--Es rico... ¿qué importancia tiene? El...

--Y siempre parece estar deseoso de comprar tus fotos justo cuando más necesitamos el dinero.

Nabiki se congeló. Su boca se abrió y sus ojos se ensancharon.

Kasumi se inclinó y recogió la canasta del lavado.

--Oh bien, debe ser como dices. Debe estar obsesionado.

Camino despacio alejándose de Nabiki mientras le regresaba el ánimo. Nabiki parecía muy confundida mientras Nabiki salía de la cocina. Bien. Si tenía suerte, Kasumi habría plantado algunas semillas que quizá echaran raíces. Tatewaki y Nabiki podrían ser buenos uno para el otro, si simplemente vieran más allá de las estrechas percepciones que tenían entre sí.

Algunos momentos después, luego de que el lavado estuvo terminado, Kasumi salió a tenderlo. El panda y su padre estaban jugando shogi en el porche. No había ninguna clase fijada hasta la tarde, cuando los pocos estudiantes que tenían arribarían al dojo. Los obreros estaban trabajando ahora en él, sin sorprenderse en absoluto por la vista de un panda jugando shogi. Ellos ya había estado antes allí.

--¡Ja! Ahora te tengo, Saotome --dijo su padre mientras movía una pieza. Kasumi lo miró y sonrió afectuosamente. Con el tiempo había recuperado algo de su alegre naturaleza. Aún era extremadamente frágil en lo emocional, y cualquier cosa que remotamente pudiera amenazar a su familia era suficiente para hacerlo llorar. Sus hijas entendían eso, pero, de vez en cuando, parecía exasperar a Nabiki y Akane.

Kasumi había tomado la última prenda cuando un misil vino cayendo del cielo. Naturalmente aterrizó en el estanque, salpicando agua por todas partes. Los obreros en el tejado tampoco reaccionaron a esto. Kasumi se preguntaba si quedaba algo que pudiera sorprenderlos. Quizá la única cosa sería una flecha del cielo.

Nabiki tenía un listado de pago de apuestas en torno a quien caería en el estanque. Ranma sólo devolvía el dinero, el tío Genma era de 3-2. Ranma y su padre juntos eran 3-1. Ryoga daba ganancia de 5-1 y Mousse y Shampoo daban 20-1. Shampoo en la bañera, sin embargo, sólo daba 3-1.

Para la sorpresa de Kasumi, fue Tatewaki quien se tambaleó fuera del estanque. Después de verificar que el lavado se había salvado del agua, se acercó con una ligera inclinación.

--Hola, Tatewaki-kun. ¿puedo ofrecerte un poco de té?

Su cortés saludo recompuso a Tatewaki.

--Siempre es un placer verte, Kasumi-san. Tu oferta es muy amable, y alegremente la aceptaría, pero ahora debo salir a enseñarle a... cierto individuo... una lección de modales.

Kasumi sonrió dulcemente. No otra vez.

--¿Ranma-kun te hizo esto?

--El es la causa de esto, estoy seguro, y es a él a quien debo reconvenir duramente. Pero, en cuanto a... esa pregunta... quien me envió a vuestra encantadora mirada, no fue nadie más que mi dulce Akane-san.

--¡Oh, Dios mío! --pestañeó Kasumi, titubeando--. ¿Por qué haría algo así?

--Es culpa de ese hechicero Saotome. No temas, Kasumi-san. Por alguna razón desconocida se enteró de las fotos de mi amada diosa de la coleta... -- Tatewaki miró hacía los trabajadores en el tejado-- ...que había adquirido recientemente. En la... discusión resultante, me encontré a mi mismo yaciendo en el suelo junto a mi otra amada, tu hermana Akane-san. Me levanté para expresar mi amor hacia ella, pero las fotos que el demonio Saotome intentara arrebatarme cayeron entre nosotros, y mi amada Akane-san pareció no tomar bien mi aparente indiscreción. Me hizo saber su disgusto, como es su derecho. Pero es Saotome Ranma el culpable de esto, y es él quien debe pagar.

Tatewaki-jun, pensó Kasumi, eres tú quien debe superar estas situaciones.

--¿No te quedarás un momento para descansar? Sería agradable tener un poco de compañía.

Ella vio morir la negativa en sus labios cuando él miró detrás de ella. Volviéndose, Kasumi se encontró a Nabiki saliendo hacia el porche.

--¡Kasumi! Ranma y Akane llegarán un poco más tarde. Parece que están peleando con... --Nabiki se detuvo mientras Tatewaki rodeaba a Kasumi.

--Quizás, Kasumi-san, pueda quedarme y compartir una taza de té contigo --. Tatewaki se inclinó, pero sus ojos no dejaron de ver a Nabiki.

--Excelente. Iré a preparar el té. Nabiki-chan, acompaña a nuestro invitado hasta que regrese.

Nabiki se sonrojó ligeramente, pero recuperó su compostura con rapidez.

--Vamos Kuno. Quizás puedas ayudarme con mis lecciones de inglés. "How are you today, my favorite pigeon?"

Mientras Kasumi salía pudo ver a Tatewaki tratando de responder.

--"I am good... well. I am well, miss Nabiki". ¿Qué es "a pigeon"?

Kasumi puso una tetera a hervir. Se detuvo, sopesando lo que pasaría cuando Ranma y Akane llegaran a casa, así que puso una segunda tetera. Estaba vertiendo el agua para preparar el té cuando escuchó los gritos. Kasumi puso la tetera y algunas tazas en una bandeja e hizo una pausa en la puerta del comedor, esperando el momento correcto para entrar. Pronto Tatewaki volaba a través de la puerta nuevamente hacia el estanque. Un breve momento después, a continuación de un grito de "¡Ranma no baka!", otra figura realizó su familiar caída en las profundidades del estanque.

Kasumi entró y sonrió.

--¡El té está listo!

Akane y Nabiki sólo la miraron fijamente, ligeramente incrédulas. Aún ahora, sus simples y modestas declaraciones las calmaban y fortalecían. Tener la reputación de ser tranquila tenía sus ventajas.

Ranma arrastró un inconsciente Tatewaki por el vestíbulo. Lo dejó caer y continuó hacia la cocina, donde Kasumi pudo escuchar la segunda tetera siendo tomada para darle un buen uso.

Kasumi salió a buscar el equipo de primeros auxilios. Regresó y se arrodilló al lado de Tatewaki, quien estaba esforzándose por sentarse. Kasumi examinó su rostro. Un par de moretones y un chichón en la cabeza. Ciertamente lo había visto antes en peores condiciones. Ranma se acercó y Kasumi lo examinó. A pesar de estar consciente, Ranma tenía unos pocos moretones también.

Nabiki, con cara de exasperación, se acercó y se arrodilló ante Tatewaki.

--Aquí, permíteme.

Tomó las vendas de Kasumi y empezó a atender a Tatewaki.

Las semillas habían echado raíz, pensó Kasumi, y se volvió hacia Ranma. Instintivamente se sentó y dejó que lo examinara, como muchas veces anteriores. Mientras alcanzaba el botiquín, sintió una mano tomando su muñeca.

--¡Yo lo haré!

Akane se veía feroz y determinada. Ranma la vio y miró a Kasumi a los ojos, rogando silenciosamente.

Kasumi calculó rápidamente, y luego retrocedió.

--Bien, Akane-chan.

Ranma se derrumbó, derrotado. Akane tomó algunas vendas, agarró el mentón de Ranma y agitó su cabeza.

--¡Quédate quieto! ¡Esto te puede doler un poco!

Ranma observó a Kasumi sintiéndose miserable. Kasumi le sonrió tranquilizadoramente. Si él sólo supiera lo que estaba reservado para él.
 


 
Kasumi estaba en la cocina, preparando la cena. Poco a poco se acostumbraba a preparar comida para seis. El arroz ya hervía y las verduras estaban friéndose. Sería una cena simple, puesto que ella y Nabiki aún trabajaban en estirar el presupuesto para seis. Nabiki había tenido éxito vendiendo algunas fotos de Ranma (qué clase de fotos y a quién eran vendidas era algo sobre lo cual Kasumi prefería no pensar), pero, por ahora, comida simple en grandes cantidades parecía ser lo mejor.

Estaba echando las verduras en la cacerola cuando escuchó entrar a Akane.

--¿Kasumi?

--Hola Akane ¿Cómo estuvo tu día?

Sosteniendo aún la cacerola, Kasumi se dio la vuelta.

Kasumi dio un pequeño chillido. Lanzó la cacerola al aire levantando sus manos sobre su cabeza. Ranma, que evidentemente había estado acechando en el vestíbulo, saltó y agarró la cacerola en el aire. Incluso fue capaz de recoger las verduras.

Kasumi apenas lo notó. Parte de ella estaba en pánico ante la apariencia de Akane. Otra parte estaba reconviniéndola por ser tan dramática.

Akane parecía estar de acuerdo con esa última parte.

--No deberías exagerar tanto, hermana.

Kasumi bajó sus brazos.

--¿Qué le paso a tu cabello, Akane-chan?

Ranma la miró, desde donde estaba arrodillada con la cacerola.

--Realmente, fue...

Akane la interrumpió.

--Bueno, pensé que necesitaba un corte de pelo. Pero supongo que no me quedó muy parejo --ofreció un par de tijeras-- Me preguntaba si me lo podrías emparejar un poco.

Kasumi pestañeó, asombrada. Miró a Ranma, que parecía inesperadamente angustiada y preocupada. Dos cosas eran obvias: este no era un corte de pelo voluntario, y Ranma tenía algo que ver con él. Si Akane no creía que fuera necesario contárselo, Kasumi no la presionaría. Había ciertamente cosas más importantes alrededor.

--Claro que sí, Akane.

Se volvió a la estufa y bajo el quemador

--¿Podrías vigilar esto por mí, Ranma-kun? Asegúrate que las verduras no se quemen, ni que el arroz se pase.

Kasumi observó la camisa de Ranma, que tenía un gran tajo.

--Hay una tetera con agua caliente en el fregadero, y una de tus camisas se está secando afuera.

Tomando las tijeras, Kasumi siguió a Akane arriba. Notó que Akane cojeaba, una evidencia más de que algo raro había pasado. Entraron en el cuarto de Kasumi, que tenía el mejor espejo. Kasumi tomó la sábana fuera de su cama e hizo a Akane alzar la silla mientras Kasumi extendía la sábana debajo de ella. Akane se sentó, Kasumi inspeccionó el daño y empezó a cortar.

Durante todo ese tiempo, su cerebro trabajaba furiosamente. Esta era una época muy delicada para Akane. No era que ser "la prometida de Ranma" fuera tan malo... todos sabían que si ella protestaba con la fuerza suficiente, el compromiso se acabaría.

Akane, siendo la más joven, siempre había sentido la necesidad de superar a sus hermanas. Kasumi ya había asumido las tareas de la casa, y Nabiki, en su mayor parte, controlaba las finanzas. Akane había decidido que la única posición que le quedaba era como heredera del dojo.

Había importunado a su padre implacablemente. El había sido renuente. Sostenía el sexista punto de vista de qué sólo un hombre podía sostener un dojo, pero era seguro que no tendría la voluntad de resistirse a Akane por mucho tiempo. Había empezado a entrenarla en la escuela de estilo libre. Akane había tomado el entrenamiento con mucha seriedad, trabajando con pesas y desafiado a cualquiera que viniera con una lucha. Su padre había persistido y le había otorgado habilidades que merecían respeto.

Entonces llegó Ranma. Ranma había sido entrenado desde su nacimiento en la misma escuela. Había sido educado en la idea de que todas las otras cosas eran secundarias al Arte, y prácticamente toda su vida era guiada por lecciones en la escuela. Sumado a esto estaba su notable fuerza y agilidad, lo que lo convertía en una verdadera fuerza de la naturaleza en el dojo. Akane había sido derrotada fácilmente, muy fácilmente, en su primera lucha con Ranma. Eso, sabía Kasumi, era la causa de mucha de la hostilidad que Akane sentía por Ranma.

Despojada de su superioridad en las Artes Marciales en su propia casa, Akane había recurrido inmediatamente a su pelo. Después de un incidente con el doctor Tofu unos años antes, cuando llamó inadvertidamente chico a Akane, ella había experimentado con diferentes y más largos estilos de pelo. Después de escoger uno, se había concentrado en dejarlo crecer. Kasumi había advertido los ojos de Akane midiendo su pelo y comparándolo con el propio. Entonces llegó el día en que Akane decidió que tenía el pelo más largo. Un alivio callado se apoderó de ella entonces. Después de perder con Ranma, Akane había vuelto a apoyarse en su pelo largo como en una muleta. Kasumi, aunque se sentía orgullosa de su pelo, no estaba dolida por la longitud mayor del de su hermana. Akane necesitaba sentir que era la mejor de la familia en algo, y Kasumi no se molestaba en absoluto por ello.

Entonces hoy Akane había llegado con su pelo cortado, actuando como si fuera lo menos importante del mundo. Mientras Kasumi arreglaba el pelo de Akane, su mente corría. Akane estaba en estado de choque. Kasumi supo que venía una crisis, y sería terrible si no podía ser compensada parcialmente por algo que pudiera hacer a Akane sentirse especial.

--Así que... ¿qué piensas de Ranma? --preguntó bruscamente Kasumi.

--¿Uh? --Akane pareció desconcertada.

Eso había sido muy repentino. Kasumi se calmó a sí misma y empezó de nuevo.

--¿Estás conociendo mejor a tu prometido?

Eso provocó el endurecimiento del rostro de Akane.

--El no es mi prometido.

Kasumi continúo como si no hubiera escuchado.

--Nuestro padre está muy alegre por tu compromiso. El piensa muy bien de Saotome.

Akane apretó sus dientes, forzándose a permanecer inmóvil. Otra ventaja de su naturaleza aparentemente inconsciente, como Kasumi había descubierto, era la dificultad que tenía la gente para enfadarse con ella.

--¿Y que hay con lo que yo piense?

Ese era un buen punto, pensó Kasumi. Si no creyera que Ranma te gusta, haría a nuestro padre cancelar el compromiso. Pero creo que tú lo sabes mejor.

--Es bueno que seas la primera de nosotras en estar comprometida.

Akane abrió su boca rápidamente, pero luego la cerró con lentitud.

Te tengo, pensó Kasumi.

--Serás la primera de nosotras en casarte. Eso hará a nuestro padre muy feliz.

Akane se veía pensativa.

Kasumi continuó.

--Y serás la primera en darle a nuestro padre un nieto. Imagina el rostro que pondrá.

Kasumi esperaba una reacción violenta ante ese comentario. En lugar de eso, Kasumi vio aparecer una pequeña sonrisa en el rostro de Akane. Esto, decidió Kasumi, era una buena señal. La sonrisa permaneció allí mientras Kasumi terminaba.

--Ahí está, Akane-chan. Ahora está un poco más corto.

Akane salió de su ensueño, se miró en el espejo y abrió la boca.

--¡Hermana! Es hermoso.

Kasumi cepilló el cabello fuera del uniforme de Akane, complacida.

--Me alegro de que te guste. ¿Cómo está tu tobillo?

Akane se puso de pie e hizo una mueca de dolor.

--Creo que será mejor que vaya a ver al doctor Tofú.

El nombre provocó un pequeño zumbido en la columna de Kasumi, pero no se atrevió a reaccionar. Akane aún podía tener una reacción de alguna clase, y el doctor Tofú era el hombre adecuado para manejarla.

--Bien, pero no te demores. Guardaré tu cena.

Kasumi entró en la cocina sin ver a Ranma. La tetera estaba vacía, sin embargo, así que asumió que estaría cambiándose de ropa. Vio con satisfacción que las verduras no se habían quemado.

Miró por la ventana. Ranma se había puesto su camisa anaranjada y tiraba una de las rojas en la basura. Cuando la vio, saludó con su mano, y saltó al tejado.

No por mucho tiempo. Al poco tiempo, apareció en la puerta detrás de ella.

--Kasumi ¿dónde está Akane?

Aún revolviendo las verduras, Kasumi le respondió.

--Ella se hirió su tobillo esta tarde, así que fue a ver al doctor Tofú.

Hizo una pausa. Si Akane no había querido decir lo que había ocurrido, quizás Ranma si lo haría.

--¿Pasó algo en la escuela hoy?

No obtuvo respuesta. Se dio la vuelta, pero Ranma ya se había ido.

--Oh, Dios mío.

Retrocedió a la estufa. Las implicaciones la estremecían. Ranma se preocupaba por Akane. Aunque ella no había sido engañada por los reclamos de Akane acerca de su absoluta indiferencia, Kasumi se preguntaba si Ranma acaso se preocupara por algo más que las artes marciales. Después de todo, había sido educado para creer que las artes marciales eran todo en la vida. Pero ahora era obvio que Ranma estaba verdaderamente interesado por Akane. Había ido a estar con ella durante sus problemas. Eso hablaba montones acerca de cómo se sentía sobre su prometida.

Kasumi sonrió y empezó a cantar una pequeña oda a lar verduras que estaba cocinando. Una vez que Akane se hubiera recuperado, empezaría a tomar el compromiso en serio. Por supuesto, una vez que Akane se decidía a hacer algo, tendía a trabajar demasiado duro en ello, a menudo a su propia inconveniencia y a la de los otros alrededor de ella. A pesar de ello Ranma, más allá de sus protestas, eventualmente sucumbiría en el futuro, porque en lo más profundo de su corazón, así lo quería.

Había un montón de cosas que hacer todavía, pero ellos se casarían. De eso Kasumi estaba segura.
 


 
Mientras Kasumi observaba a Akane envolviendo la cabeza de Ranma, reflexionó que quizá había subvalorado las dificultades que ellos deberían superar. Las prometidas de Ranma parecían surgir de todas partes, y Akane también debía enfrentar su propio grupo de pretendientes. Pero las certezas de Kasumi aún no desaparecían. Ranma y Akane permanecían juntos. Recién el último mes habían estado a punto de casarse. Esos planes tuvieron que aplazarse hasta que las cosas entre Ranma, Akane y sus varios pretendientes fueran arregladas. Kasumi también pensaba que quizá nada ocurriera hasta que Ranma se viera librado de su maldición (aunque parecía que Ranma estaba casi atado a su doble naturaleza). Pero todo eso no disminuía la inevitabilidad de su matrimonio.

Al final, Akane se apoyó atrás, complacida.

--¡Listo! ¿Está mejor así, Ranma?

Ranma tuvo cierta dificultad para responder, dado que la mayoría de su cabeza estaba cubierta por vendajes.

Kasumi se acercó.

--¡Maravilloso trabajo, Akane-chan! Sólo déjame arreglar un poco las vendas.

Los ojos de Ranma brillaron agradecidos mientras Kasumi retiraba la mayoría de las vendas.

Akane, entretanto, examinaba a Tatewaki y Nabiki.

--¿Cómo lo están haciendo ustedes dos?

--Lo estoy haciendo bien --respondió Nabiki--. Kuno va a estar un poco adolorido por una semana.

Finalizando su asistencia, se apoyó atrás y lo observó críticamente.

--No está mal. Recibirás mi cuenta en breve.

--De eso no tengo duda, Tendo Nabiki-san.

Tatewaki se levantó e hizo una amplia reverencia.

--Agradezco a todos por su hospitalidad.

Observando a Ranma por el rabillo del ojo, se corrigió.

--A la mayoría de ustedes.

Tatewaki se volvió hacia Akane, con la apariencia de estar a punto de lanzar un chorro de su infame poesía. Sin embargo, aparentando sentir el peso de la mirada de Nabiki sobre él, sólo se inclinó y salió del cuarto.

Kasumi terminó con Ranma. Se veía mucho mejor. Akane acercó su rostro al de Ranma y lo miró angustiada.

--¿Crees que necesite ir a ver al doctor Tofú?

Ranma la miró ceñudo.

--¡Ja! ¡Sólo quieres una excusa para ir a ver al doctor Tofú!

Akane prácticamente gruñó.

--¿Qué sabes tú de eso?

Ranma parecía muy seguro de sí mismo.

--Yo estaba allí cuando le dijiste a su madre que estabas enamorada de él.

El temor cubrió el rostro de Akane. Ella seguía sentada, tratando de ver a Kasumi con el rabillo del ojo. Ranma ahora parecía avergonzado de sí mismo, intentando no ver a Kasumi.
 


 
--¿Por qué hiciste eso? --reclamó Ranma a su padre.

Su padre bajó la tetera.

--Puedes dejar de fingir. Su madre ya lo sabe todo Ranma.

--¿Qué?

Avergonzado (¿y cómo podría no estarlo llevando ese vestido rosa?), Ranma se volvió y enfrentó a la madre del doctor Tofú.

Notablemente, ella ignoró el estrafalario entorno y se volvió hacia Kasumi.

--Tú debes ser Kasumi ¿cierto? ¿Podrías acompañarme a la estación del tren?

Una flecha atravesó a Kasumi. ¡La madre del doctor Tofú la aprobaba!

--Por supuesto.

--Ve con ella, Tofú.

La madre del doctor Tofú intentaba no aparecer manipuladora y, por cierto, tuvo éxito.

Tofú se volvió hacia Kasumi.

--Disculpa por haberte provocado tantos problemas.

Kasumi sintió debilitarse sus piernas, pero tenía larga práctica en no aparecer afectada por las cosas que la rodeaban.

--Oh no. No es ningún problema en absoluto, doctor.

Sin decir otra palabra, se fue caminando calle abajo, con el altar de su madre en su espalda.

--¡Doctor!

Akane se había comportado notablemente bien durante la prueba completa, y Kasumi agradecía su ayuda. Akane apuntaba calle abajo.

--La estación está en esa dirección.

--¡Oh!

Empezó a mirar alrededor y empezó a reír.

--¡Tienes razón!

Se volvió y empezó a correr en dirección contraría.

Kasumi no pudo evitar reírse también. El retardo su paso mientras ella se unía a él. Su madre permanecía detrás, conversando con Akane.

El doctor Tofú aún reía.

--Madre, ¿cuándo te volviste tan alta?

Kasumi se río.

--Soy yo, doctor. Soy Kasumi.

--¡Oh, Kasumi!

La tonta sonrisa que parecía cubrir su rostro se hizo más ancha. Kasumi podía recordar cuando abrió su clínica. Se había comportado más o menos normalmente. Mientras ella crecía, la sonrisa tonta había aparecido y crecido con el paso del tiempo. Ahora que tenían la aprobación de su madre, era la más ancha que hubiera visto nunca.

Ella se volvió para considerarlo. Sus ojos tenían ese aspecto vidrioso y borroso que siempre poseían cuando estaban juntos. Su cuerpo alto, fuerte, no parecía fatigado por el peso del altar. Simplemente lo escuchaba respirar un poco más fuerte. Luchó por controlarse, y descubrió que no era particularmente fácil dominar sus reacciones ante él.

Pero había otras cosas. Ella extendió su mano y puso su mano en su brazo, deteniéndolo. Pararon y se enfrentaron.

--Doctor Tofú --las palabras sonaban muy duras. Juntó sus manos en frente de ella. Sus ojos empezaron lentamente a enfocarse en los suyos.

--Tofu-chan --eso sonaba mejor--. ¿Tú sabes cuánto significa mi familia para mí?

El pestañeó un par de veces.

--Por supuesto. Tienes dos maravillosas hermanas, y ese chico Ranma es...

--Ellos me necesitan. Ranma y Akane necesitan casarse. Nabiki necesita terminar la secundaria y encontrar una buena universidad. Mi padre... mi padre no está listo para quedarse solo.

Tofú se quedó silencioso por un momento. Su rostro se puso serio. En la distancia, podía oír a su madre gritando.

--¡Eh, Tofú! ¿Estás intentando dejarme atrás?

El y Kasumi continuaron mirándose fijamente a los ojos. Estimulado por el sonido de los pasos de su madre, él asintió.

--Entiendo.

Kasumi quería tocar su rostro, poner la sonrisa de vuelta en él. En lugar de eso, ella suspiró suavemente.

--Algún día. Te lo prometo.

La tonta sonrisa volvió con toda su fuerza, y el espíritu de Kasumi se levantó con ella.

Su madre se unió a ellos.

--Continuemos. No quiero perder mi tren.

--¡Por supuesto, Ranma! ¡Vamos!

El doctor Tofú comenzó a caminar de vuelta hacia la casa de los Tendo.

Su madre suspiró, pero lo observó afectuosamente.

--Tú realmente le gustas, querida.

Los ojos de Kasumi brillaron

--Lo sé.

La madre del doctor Tofú la consideró un momento, sonrió y luego gritó calle abajo.

--¡Vuelve acá Tofú! ¡Es por este lado!
 


 
Akane contempló a Ranma, y luego se agachó sobre él, con un inútil esfuerzo de evitar ser escuchada.

--¡Cállate, desconsiderado!

Ranma replicó:

--Está bien, está bien. Ya entendí. Pero me siento bien. No necesito ningún calmante.

La mano de Akane se apretó en un puño.

--¡Yo sólo estoy preocupada por ti, idiota!

Kasumi suspiró. Aún después de todo este tiempo, Akane no podía expresar sus sentimientos de afecto sin añadir alguna hostilidad. Y Ranma tampoco ayudaba. Si lograban arreglar sus diferencias entre ellos y sus aspirantes, necesitarían también aprender a no pelear entre ellos con tanta frecuencia.

Kasumi entró en la cocina y salió con las galletas que había preparado.

En su ausencia, Ranma y Akane se habían puesto de pie, gritando en sus caras. El resto de la familia observaba con distintos grados de interés. Nabiki se veía un poco aburrida, buscando a Kasumi. Sus ojos se encendieron un poco al ver el paquete con galletas. Ella sabía para quien era.

--¿Akane-chan? ¿Ranma-kun?

Ellos se detuvieron y se volvieron a mirarla. El enojo se alejó de sus rostros.

--¿Podrían llevar esto al doctor Tofú?

Ambas caras se iluminaron, obviamente tranquilizados por no haber ofendido a Kasumi. A ambos les simpatizaba el doctor Tofú y entendían lo que él significaba para ella.

--¡Seguro hermana! El se alegrará de recibirlas.

El espíritu de Kasumi se alzó rápidamente y cayo.

--Lo sé.

Ella caminó alejándose, hacia fuera del porche, mirando el estanque. El sol estaba en el ángulo justo para hacer al estanque brillar. En su mente, los reflejos formaron el rostro de Tofu-chan.

Por favor, ten paciencia, querido, pensó. Estoy haciendo progresos. Pronto Akane y Ranma estarán listos para tomar mi lugar aquí. Ellos cuidarán de nuestro padre. Nabiki irá a la universidad y hará un lugar para ella en este mundo, y será el orgullo de la familia. Entonces habrá tiempo para nosotros.

Se dio la vuelta y dijo.

--¡Oh, Dios mío!

La familia entera estaba mirándola. Tío Saotome, vuelto a su forma humana, con una ligera sonrisa en su rostro. Su padre, con labios temblorosos en su sonrisa y lágrimas amenazando vertirse. Nabiki, con sus ojos brillos y una sonrisa llena de afecto. Akane, abrazando el paquete, sonriendo. Ranma, simplemente de pie al lado del hombro de Akane, con una mueca igual de ancha.

--¡Oh, Dios mío! --dijo de nuevo, suave y trémulamente--. Será mejor que vayan ya. Tendré la cena lista cuando vuelvan.

--Siempre lo haces --dijo Ranma, con un afecto que nunca había advertido de él antes. Suavemente puso su mano en el hombro de Akane.

--Vamos, Akane-chan.

Los ojos de Akane brillaron.

--Bien.

Ella se apoyó en Ranma. Sólo por un momento. Entonces se alejó y él dejó caer su mano. Juntos caminaron hacia la puerta.

Cuando Kasumi entró a la cocina e inició el ritual del delantal, rememoró su vida. Cosas malas habían pasado a ella y su familia. Todos había tenido que hacer sacrificios. Sus vidas eran un tumulto constante. Pero aún así, sentía que había hecho algo bueno. Debajo del tumulto, de la lucha por sobrevivir hasta el próximo mes, ellos se amaban. Sabía que ellos se necesitaban unos a otros, y que estarían allí para apoyarse mutuamente. Kasumi estaba orgullosa de su familia.

Su madre estaba orgullosa de su familia también.

Kasumi se detuvo mientras secaba sus manos. ¿De donde vino ese pensamiento? Miró alrededor de la cocina, como si esperara encontrar a su madre allí.

Quizás, pensó Kasumi, observando la vacía cocina, ella está aquí.

Sonriendo, empezó a preparar la cena para su familia.



Fin
 
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Ultima actualización: sábado 22 de enero de 2000
 
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