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Ganadora del premio a la mejor fanfiction de Ranma de 1995, otorgado por "The Annual & Monthly Best of Ranma Fanfic Awards"

Estaciones de Joseph Palmer
Traducido al español por: Guillermo Riquelme Valenzuela
 
Los personajes e historias de Ranma 1/2 son copyright (c) Rumiko Takahashi y han sido usadas aquí sin permiso ni licencia.
No se reclama derecho de propiedad alguno sobre este trabajo. Esta obra es estrictamente para uso no comercial, y ha sido creada sólo para el disfrute de los fanáticos.


Otoño

El rastrillo fue empujado suavemente a través del césped, juntando las hojas y amontonándolas a un lado. Las púas chasqueaban a través del pasto, haciendo crujir las hojas con cada golpe.

--¿Todos los años? --llamó Ranma hacia el otro lado del patio.

--Todos los años --contestó Akane haciendo una pausa para quitarse algunas hojas que se habían atascado en su rastrillo.

Ranma volvió al principio de la fila de hojas en la estaba trabajando. Su pila, ahora casi hasta la altura de sus rodillas y dos veces más ancha, se extendía desde la pared trasera hasta el costado del dojo. Empezó a empujar la fila hacia la parte trasera del dojo, tres golpes con el rastrillo y luego un paso a la derecha.

Hizo una pausa y volvió a llamar a través del patio.

--¿Siempre hay tantas hojas?

--Parece que este año hay muchas más que lo normal --replicó ella.

--Oh --dijo él, abatido.

Las hojas estaban secas y crujientes puesto que no llovía desde que la escarcha de la mañana las había cambiado de verde a rojo, dorado y amarillo. Empujó las hojas con golpes suaves, tratando de convertir el mundano trabajo de patio en alguna especie de ejercicio de artes marciales. Se concentró en cada golpe, sintiendo trabajar sus músculos. Pero su corazón no estaba en ello.

--Así que... ¿dónde están todos? --llamó.

--Nabiki dijo que tenía un montón de tarea, Kasumi salió a comprar víveres, y nuestros padres salieron temprano en la mañana a un viaje de entrenamiento.

--¡Viaje de entrenamiento! --ironizó Ranma, empujando vigorosamente su rastrillo--. ¡Ellos... escogieron... HOY... para... irse... a... un viaje... de ENTRENAMIENTO...!

Retrocedió para atacar el inicio de la pila. Agitó su rastrillo al cielo.

--¡Y sin mi!

--¿No habías rastrillado hojas antes?

--No, nunca. En esta época del año papá siempre me estaba entrenando...

Ranma interrumpió el rastrillado.

--Ji, ji... suena como si a tu papá no le gustara rastrillar hojas.

--Es de familia...

Ranma regresó a sus hojas con nuevo vigor.

--Yo soy del tipo a la que sí le gusta --dijo Akane.

Ranma se detuvo y observó a Akane. Ella apilaba calmadamente sus hojas, sosteniendo su rastrillo muy derecho, barriéndolas más que rastrillándolas. De alguna forma parecía más crecida. Tuvo la extraña sensación de que la veía de la misma forma que luciría en algunos años más.

--¿Qué estás viendo? --preguntó ella.

--Oh... ah... nada...

No mencionó su falda o sus calzas, o el suéter que le acomodaba tan perfectamente.

--...sólo descansaba.

--Te estás quedando atrás.

--Sí.

Terminó su fila y, echando otra mirada furtiva, regresó al extremo.

--Ya estamos cerca de la pared... ¿Qué vamos a hacer con las hojas una vez que lleguemos allí?

--Sólo apilarlas debajo de ese árbol, detrás del dojo. Vamos a hacer abono con ellas.

--¿Y por que no simplemente las quemamos?

--¿Te imaginas que pasaría si todos hicieran eso? ¡Nadie podría respirar en Tokyo durante semanas!

Ranma olfateó rápidamente el aire.

--Bueno, alguien está haciendo eso cerca de aquí.

--Ummm. Un poco de humo huele tan bien, ¿cierto? --Akane hizo una pausa y tomó una bocanada de aire.

El humo hizo recordar a Ranma de sus viajes de entrenamiento a través del país, caminando con su padre en senderos a través de las montañas, y en los caminos entre los campos de arroz. En el otoño siempre estaba el aroma de las hojas ardiendo y cintas de humo azul-grisáceo en el aire.

Amontonaron las hojas bajo el árbol, trabajando en la pila hasta que casi fue tan alta como Akane.

--Son muchas como para que quepan en la caja del abono --dijo Ranma comparando la pila con el cajón en la esquina del patio.

--Tenemos que prepararlas antes, tu sabes.

--¿Prepararlas?

--Mmmmm... ¡Así!

Akane sonrió dulcemente a Ranma y, tomando su brazo, dio un paso hacia atrás, tomó impulso y lo lanzó hacia la pila de hojas.

--¡Waaaah!

Ranma voló de cabeza a través del aire, tratando de planear con sus brazos, pero sin efecto. Cayó suavemente sobre las hojas que crepitaron.

--¿Qué... --preguntó-- ...fue eso?

Ella estaba de pie en su cabeza, viéndolo de revés.

--Hay que quebrar las hojas, sabes...

Se agachó para agregar

--Es la mejor forma que se me ocurrió.

El sol brilló a través de su pelo, lanzando destellos castaños. Las hojas anaranjadas y amarillentas del árbol creaban un fondo perfecto.

"Desearía tener una fotografía de ella así", pensó él. "Hay veces en que ella se ve muy bonita."

--Akane, yo... yo... --dijo suavemente.

--¿Mmmm? --ella se agachó para acercarse.

El extendió sus brazos sobre su cabeza y, deslizando sus dedos bajo sus pies, la levantó por el aire. Ella chilló sorprendida y con sus piernas y brazos extendidos, aterrizó en la pila al lado de Ranma.

--Es... ¡Eso no fue justo! --tartamudeó.

--Fue la mejor manera que se me ocurrió de aplastar las hojas --respondió él, poniendo sus manos detrás de su cabeza y empezando a silbar desafinadamente.

Yacieron juntos sobre las hojas, mientras la brisa ocasionalmente soltaba una hoja del árbol sobre ellos.

Akane rompió el silencio.

--Cuando éramos pequeñas, mamá y papá hacían estas pilas grandes de hojas, y Kasumi, Nabiki y yo saltábamos sobre ellas. Cuando era un poco mayor, papá nos enseñó nuestras primeras lecciones de judo lanzándonos sobre las hojas.

--¿"Nos"? ¿Quieres decir que a Nabiki y a Kasumi también?

--Sip, y, durante un tiempo, papá pensó que Kasumi se convertiría en la verdadera artista marcial de la familia.

--¿Kasumi? ¿Nuestra dulce e inocente Kasumi? --preguntó Ranma con incredulidad.

--Ella era realmente buena, claro que ahora está fuera de práctica. Pero apuesto que te sorprendería si lo intentara.

--Kasumi, una artista marcial. Aún no puedo creerlo.

Ranma agitó su cabeza, sacudiendo las hojas.

--Mmmm. Nabiki también tenía algunos movimientos bastante buenos.

--Nabiki...

Ranma hizo una pausa dramática.

--¡Todavía tiene sus movimientos! Principalmente de mi bolsillo a su cartera.

Hizo la pantomima de levantar dinero de su bolsillo trasero y ponerlo en una cartera aparentemente llena, concluyendo con un ostentoso cierre.

Akane rió y suspiró.

--Esta es la parte que más me gusta de rastrillar hojas...

Juntó algunas hojas y las lanzó al aire.

--...y realmente has tenido suerte. Algunos años llueve y las hojas se humedecen y, en otros, los fines de semana son demasiado fríos como para realmente disfrutar de las hojas.

--Parece que habrá que rastrillar hojas nuevamente el próximo fin de semana --dijo Ranma apuntando a las hojas de árbol encima de su cabeza.

--A veces desearía que todas cayeran de una vez...

Ranma sonrió y, lentamente, alzó sus manos, con las palmas apuntando al árbol sobre ellos.

--¡Mouko Takabishiya!

En el último segundo abrió sus manos para liberar la energía. La esfera de ki se levantó hacía el árbol y liberó las hojas restantes.

--Kiyaaaa --gritó Akane, y enterró su rostro en el hombro de Ranma.

Las hojas empezaron a caer suavemente alrededor de ellos. Akane abrió sus ojos, observando la tormenta de hojas que se arremolinaban gentilmente sobre sus cabezas. El sol brilló a través de ellas, revelando sus vibrantes colores, matizados por sus tallos y venas más oscuras, contra el azul del cielo de la mañana. Los colores eran tan brillantes, tan surreales... ella nunca había visto nada así antes. Las hojas daban volteretas y flotaban alrededor de ellos, algunas caían a tierra, otras se mecían de allí para allá, como si lucharan por mantenerse un poco de tiempo más en el aire. Contuvo el aliento mientras se sentía liberada, la vista era tan improbablemente hermosa. Observó extasiada hasta que la última de las hojas cayó alrededor de ellos, sin querer que terminara, pero sin saber si no podría seguir viendo una más sin desmayarse.

Akane suspiró y recostó de nuevo su cabeza sobre el hombro de él. Ranma gentilmente recogió un par de hojas de su pelo. Ella volvió su rostro hacía él, sus ojos se encontraron y sostuvieron la mirada.

Empezaron entonces a reír juntos, disfrutando la alegría del momento. Akane observó a Ranma. Este era un lado de él que ella raramente veía. Siempre parecía tan, tan indolente. Difícilmente bajaba sus defensas y se permitía reír así. Después de un momento se tranquilizaron y tomaron aliento juntos, suspirando satisfechos al unísono, lo que los hizo empezar una nueva ronda de risas.

Ella colocó de nuevo su cabeza sobre su hombro, él envolvió su brazo alrededor de ella y la sostuvo suavemente. Ella escuchó los latidos de su corazón y sintió la ascensión de su pecho con cada inspiración. El olor a polvo de las hojas se mezclaba con el aroma de su camisa y la suya.

--Ha sido un buen año... --dijo él.

Ella enterró su cabeza en su hombro y asintió.

--...yo nunca había sentido como... como si tuviera un hogar --agregó.

--No me sorprende, con tu padre arrastrándote por todo Japón.

--A veces era divertido, sabes. Vimos un montón del país, conocimos un montón de gente. Pero esto es diferente, el tener un lugar al cual llamar hogar.

Hizo una pausa, recogió algunas hojas y las enrolló entre sus manos. Los trozos aplastados de hojas cayeron de sus manos sobre su camisa, y los sacudió hacia la pila.

--Ranma... ¿qué ocurre?

--Oh... sólo estaba pensando...

--¿En qué?

--En mamá.

--¿Qué pasa con ella?

--Bueno... Sí al final puedo resolver este asunto con ella, y conservar la cabeza, seguramente querrá que papá y yo nos mudemos a su casa.

El corazón de Akane se encogió

--Yo... yo no había pensado en eso --dijo ella.

Su mente empezó a elucubrar. No podía siquiera imaginar la vida sin él alrededor, más que aburrida y... vacía. Vacía era la palabra que estaba buscando, pero una vez que la encontró, fue como una puñalada de recuerdos.

 

Ella pensaba con frecuencia en su madre, las más pequeñas cosas en la casa le traían recuerdos de ella, el sabor de ciertas comidas, o a veces sólo sentarse en el mismo lugar del patio donde ella se había sentado cuando niña, y disfrutar un diluvio de felices recuerdos.

Más tarde, después de que la herida había sanado, había otros recuerdos buenos. Su padre quedándose en casa para cuidarlos, tratando obstinadamente de estar a cargo, aunque fueran las chicas las que realmente llevaban la casa.

Entre esas épocas había una piscina oculta de oscuridad que ella evitaba, pero en la cual ahora estaba ahogándose.

--Akane...

Ranma tocó su hombro.

--Akane... ¿estás bien?

--Ranma...

Ella volvió su rostro y lo enfrentó.

--Nunca me dejes.

Su barbilla tembló y lágrimas acudieron a sus ojos. Enterró su rostro en su brazo y empezó a sollozar suavemente.

--¿Eh...?

Ranma estaba superado por la confusión. ¿Qué había hecho? ¿Qué debía hacer ahora?

Su primera opción, iniciar una pelea, no parecía tener mucho mérito dadas las circunstancias. Su segunda opción... Bueno, nunca antes había necesitado una segunda opción con Akane.. Necesitaba tiempo para pensarlo. Puso sus brazos alrededor de ella y trató de pensar en algo que decir. Akane sólo empezó a llorar más fuerte.

--III... ¡m-m-mala estrategia! --dijo audiblemente, sorprendiéndose a sí mismo...

...así que la soltó con rapidez.

--¡Baka! --sollozó Akane.

Ella agarró su muñeca y empujó su brazo de regreso alrededor de ella.

Ranma la abrazó de nuevo. Podía sentir el calor de su cuerpo presionando contra el suyo, podía sentir la esencia de su pelo, una mezcla de shampoo, hojas y chica. Empezó a mecerla suavemente, mientras las hojas crujían bajo ellos. Todavía era un misterio para él lo que estaba pasando. Un momento antes estaban riendo juntos y ahora Akane estaba llorando en sus brazos. Se sentía desvalido. Algo estaba hiriendo a Akane y no había nada que él pudiera hacer sobre eso. Deseaba irracionalmente que apareciera un oponente visible, alguien con quien luchar por ella.

Ella lloró por un tiempo, mientras su respiración se tranquilizaba. Tomó una entrecortada inspiración y se tranquilizó.

--Está bien, está bien --repetía Ranma una y otra vez, acariciando su pelo.

--Lo siento --dijo ella finalmente, con suavidad.

--Realmente está bien.

Ranma continuaba acariciando su pelo, alternando sus dedos alrededor de él.

Akane sollozó un poco

--Lo siento, es sólo que a veces recuerdo que cuando mamá...

Tomó aliento, tratando de contener las lágrimas. Estudió a Ranma por un momento, entonces asumió una mirada resuelta. Tomó una profunda inspiración y empezó a soltar las palabras que contenía.

--Cuando mamá murió, tuvimos parientes yendo y viniendo durante semanas. Luego uno a uno nos dejaron, hasta que una mañana me levanté y sólo estaban papá y mis hermanas en la mesa del desayuno. Seguía esperando que mamá llegara en cualquier momento. Durante semanas pensé que ella llegaría a la mesa del desayuno como siempre lo hacía. Por mucho tiempo apenas hablé con alguien. Sólo me encerraba en mi habitación y lloraba porque me sentía tan vacía y pensaba que era tan injusto que mamá se hubiera ido. Recordándolo ahora, debe haber sido igual de duro para ellos.

--Entonces una noche soñé con ella. Fue tan real. Estábamos en el dojo, practicando juntas, lo que era chistoso porque nunca antes me habían interesado mucho las artes marciales. No es que ella haya dicho algo que pueda recordar, era sólo el sentimiento de que debía dejarla ir, y de que ella me amaba y que se sentía orgullosa de mí...

Akane dejó salir un suspiro y se recostó sobre las hojas.

--Antes de que amaneciera, me puse un gi y fui al dojo. Me senté y observe el tablero del dojo hasta que el sol salió, y empecé a hacer todos los ejercicios que siempre veía hacer a papá. Todos mal hechos, por supuesto. El llegó un poco después y me vio practicando. Entonces me mostró la forma correcta de hacer esos ejercicios. Creo que fue la primera vez que lo veía sonreír de nuevo.

--Más tarde Kasumi llegó corriendo llamando a papá y diciendo que yo estaba perdida. ¡Debería haber visto que cara puso!"

Akane rió un momento.

 

Ranma no sabía que decir. Arrastrado a una casa extraña, comprometido con una chica desconocida... todo eso parecía haberle ocurrido a alguien más, hacía mucho tiempo. Lentamente, día a día, Akane se había convertido en una parte estable y cómoda de su demasiado frecuentemente movida existencia pero, hasta ahora, él no había pensado en eso.

Pensó entonces en la vida lejos de Akane. No verla más a la hora del desayuno, ir caminando solo a la escuela. No poder ni siquiera estar en la misma escuela con ella.

Akane observó la preocupación que surgió en su rostro.

--Siento haber vertido todo eso sobre ti, Ranma. Es extraño, pero ya no hiere tanto pensar en ello ahora que finalmente se lo he contado a alguien.

Extraños sentimientos atraparon a Ranma. Se sentía comprometido por la confianza que Akane había puesto al abrirse a él, pero los mismos pensamientos de estar lejos de ella estaban royéndole. Se sentía como su protector, pero al mismo tiempo le gustaba lo fuerte e independiente que era ella. Quería decirle que él nunca se iría, pero de algún modo sabía que su deber hacia su madre no le permitiría cumplir esa promesa. Aunque ellos estuvieran comprometidos, aún no era tiempo de hacer saber a sus padres que sus deseos eran los mismos, al menos no oficialmente. Había una palabra para lo que él estaba sintiendo, pero aún no estaba listo para ella.

Extendió su mano y tocó su mejilla. Su piel se sentía cálida y suave. Ella pareció un poco sorprendida, pero sonrió. Su corazón saltó en su pecho y repentinamente supo que ellos estaban a punto de besarse, y que la sensación de pánico que siempre había sentido antes había desaparecido. En su lugar había un sentimiento mucho más fuerte que cualquier que hubiera conocido antes.

 

Ella sintió su toque en la mejilla, sus dedos y la palma endurecidas por años de entrenamiento. Había sido cogida por sorpresa. Ranma no era muy afectuoso, y había estado muy callado durante los últimos minutos. Había algo en su mirada, una confianza tranquila que con frecuencia desaparecía cuando los dos estaban a solas.

"Finalmente vamos a besarnos", pensó ella, a medias aliviada, a medias tratando de implantar psiquicamente la sugestión en su cabeza.

 

El hizo una pausa para mirarla, para realmente mirarla. Ella tenía ojos realmente hermosos, pensó. Con el brillo del sol podía ver que eran castaños y con rayas negras en sus pupilas. Ella tenía pestañas largas y espesas, como una modelo, peso su frente era delgada y elegante. Su nariz, hermosa. Finalmente se detuvo en el detalle más pequeño. Casi como la de un niño. Su labio inferior se extendió un poco, dando a su sonrisa un toque de dulzura.

 

Realmente se está tomando su tiempo, pensó ella. Y probablemente debo verme horrorosa, con los ojos hinchados y el pelo revuelto.

 

El se acercó, podía sentir su dulce aliento y sentir su calidez en su rostro. Contuvo el aliento y, cerrando sus ojos, dejó que sus labios tocaran los de ella. Quería recordar este momento, grabarlo en su mente. Sintió el calor de sus labios en los suyos, el perfume de su esencia mezclado con el de las hojas polvorientas. Escuchó las hojas crujiendo bajo ellos, y en los árboles sobre ellos. Se besaron por un instante... y otro... y otro...

Lentamente se separó, y abrió sus ojos. Ella abrió los suyos y revolotearon de un lado al otro, deteniéndose un instante en cada uno de los suyos.

Ella lo abrazó con fuerza, y sonrió secretamente contra su pecho.

"Gracias a Dios", pensó ella. Finalmente nos besamos y nad...

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de hojas crujiendo, mientras Kasumi y Nabiki aterrizaban junto a ellos.

--¡Guau, Akane! ¡No está mal para ser la primera vez! --dijo Nabiki. Una gran sonrisa brilló en su rostro.

--Y justo a tiempo, además. No puedo seguir atrasando el almuerzo eternamente, saben --agregó Kasumi. Entonces sonrió y lanzó puñados de hojas al aire. Ellas cayeron como confetti sobre ellos.

--Yo le daría, hummm... un ocho -- entonó Nabiki.

--Que tacaña --replicó Kasumi.

Un cartel de madera con el número "10" apareció entre las hojas. Ranma lo alcanzó y extrajo un panda sonriente.

--¡Ja, ja, ja, Tendo-kun! --Soun emergió de las hojas con ríos de lágrimas desde sus ojos-- ¡Finalmente hemos tenido éxito!

Soun y Genma-panda lanzaron hojas al aire. Luego fueron acompañados por Nabiki y Kasumi. En segundos el aire estaba lleno de hojas y de las risas de padres y hermanas. Cuando las hojas finalmente cayeron, Ranma y Akane no estaban a la vista.

En el corredor entre el dojo y la casa, Akane se volvió a un todavía ruborizado Ranma.

--Ranma, espera un segundo.

--¿Qué?

--Esto.

Akane se levantó en la punta de sus pies y besó firmemente a Ranma. Ella se separó, le pestañeó, y saltó fuera de la casa.

Ranma la observó irse agitando su cabeza. Realmente ha sido un muy buen año, pensó...

Sus dedos tocaron sus labios...



Fin

Nota del autor:

Gracias por leer. Espero que la hayan disfrutado. Esta es la historia final de la serie "Estaciones": Invierno, Primavera, Verano y Otoño.
Disculpen si tomó un poco de tiempo para que saliera esto. He estado un poco más que ocupado en el trabajo (verifiquen en http://www.be.com para descubrir por qué...)
Gracias a Nikki por la inspiración, y gracias a aquellos que se han tomado su tiempo para escribirme. Realmente me alegra recibir sus mensajes.
Honestamente amo recibir email de los compañeros que han leído mis historias.
Si les han gustado, por favor suelten una linea a mailto:jpalmer@best.com
Mis otras historias se pueden encontrar en mi página http://www.best.com/~jpalmer/fanfic/fanfic.shtml
Esta historia fue completamente escrita en un computador Psion, serie 3A..

"Otoño", Noviembre 12, 1995, Joseph Palmer
 
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Ultima actualización: sábado 22 de enero de 2000
 
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