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Estaciones de Joseph Palmer
Traducido al español por: Guillermo Riquelme Valenzuela
 
Los personajes e historias de Ranma 1/2 son copyright (c) Rumiko Takahashi y han sido usadas aquí sin permiso ni licencia.
No se reclama derecho de propiedad alguno sobre este trabajo. Esta obra es estrictamente para uso no comercial, y ha sido creada sólo para el disfrute de los fanáticos.


Verano

Akane estaba ya semidespierta cuando escuchó el deslizar de la puerta al cerrarse y los pasos que venían de la habitación de al lado en dirección al vestíbulo. A juzgar por el sonido, o por la falta de sonido, era muy probablemente Ranma. A esta hora de la mañana, su padre usualmente tropezaba con las cosas, y, dado que el padre de Ranma se había ido a dormir como panda, el piso habría hecho mucho más ruido si hubiera sido él.

El sol aún no salía, pero la luz a través de la ventana era casi roja. Akane se levantó y observó por la ventana. El cielo hacia el este estaba moteado por algunas nubes altas y una suave brisa venía del mar. Se volvió para ver a sus hermanas, que aún dormían en sus futones en el suelo.

Kasumi parecía un ángel. Yacía bajo su manta, con su cabeza al centro de la almohada, su pelo atado con una cinta y acomodado sobre su hombro izquierdo. No había la más ligera arruga en la manta, como recién colocada, en lugar de haberlo sido la noche anterior. Una modesta sonrisa permanecía en su rostro. Se veía tan perfectamente pacífica.

Nabiki parecía notablemente menos angelical. Había pateado su cobertor fuera durante la noche y casi salía a la mitad de su camisa de dormir. La mirada en su rostro era... pícara. Mientras Akane la miraba, rodó de nuevo hacia una posición aún más provocativa. Se preguntó por un momento cuánto pagaría Kuno por un par de fotos de ella así, y cuánto pagaría Nabiki por mantenerlas alejadas de él.

Su atención se desvió hacia los sonidos de alguien que caminaba por el pasadizo de afuera.

"Es Ranma que regresa", pensó.

Espero que la puerta se deslizara de nuevo, pero en lugar de eso escuchó los sonidos de pasos que bajaban hacia la arena. Desde la ventana vio a Ranma cruzando la playa en dirección al mar. Se vistió silenciosamente y deslizó la puerta que comunicaba con el cuarto contiguo. Su padre y el panda roncaban suavemente entre los restos de la jarana de la última noche. Recogió sus zapatillas y abrió la puerta de salida. Cruzó la arena en silencio, evitando mirar o pensar acerca de Ranma en el camino. Era un truco que Tofú le había enseñado para ocultar su presencia de los demás.

--Si no piensas en el sujeto, es más fácil esconderse de él --había dicho Tofú.

Solia salir a escondidas con Ranma de vez en cuando, habitualmente con resultados cómicos, para esquivar a Kuno de vez en cuando. Sólo funcionaba cuando Kuno estaba pensando en su "Osage no Onna", lo que era bastante a menudo. Llegó a su lado y se quedó de pie, detrás de él, observando el amanecer.

--Hola Akane --dijo él

--Hola Ranma --su truco no había funcionado.

--Es un hermoso amanecer. Me alegro que estés aquí para verlo.

Akane no estaba tan desilusionada de que su truco hubiera fallado. Tendría que haber estado pensando en ella para haber sentido su acercamiento.

--¿Quieres caminar por la orilla? --preguntó él.

--Mmmm.

Caminaron a lo largo de la playa, pasando por delante de las otras cabañas económicas y unos pocos grandes hoteles. Se detuvieron para observar a un anciano haciendo Tai-chi en la arena húmeda a la orilla del agua. Ranma quedó extasiado ante sus fluidos movimientos. El viejo finalizó su rutina y entonces hizo una profunda reverencia ante el océano. Se volvió y caminó directamente hacia Ranma y Akane. Se detuvo frente a Ranma y colocó una nudosa mano sobre su hombro.

--El mar es un buen maestro --dijo. Sonrió a ambos y caminó alejándose de la playa.

--¿Qué quiso decir con eso? --preguntó Akane.

--No sé, pero creo que quiere que pensemos acerca de eso.

Siguieron caminando hasta llegar al rompeolas que se introducía en el mar. Ranma saltó arriba y ayudó a Akane a subir sobre las piedras. Encontraron un sitio donde poder sentarse cómodos. En ese momento el borde del sol surgió por sobre el horizonte y la luz penetró a través de las nubes, enviando rayos de luz hacia el cielo.

Akane contuvo el aliento. Esa era una vista que sólo podía verse una vez en la vida. Tanteó, buscando, y sostuvo la mano de Ranma con sus ojos fijos en el cielo.

El corazón de Ranma golpeó en su pecho. Ante él estaba el antiguo símbolo del Japón, extendido de un lado a otro del horizonte. Se sintió como una parte de él, orgulloso de conservar las antiguas tradiciones de las artes marciales en estos días de tratos comerciales y hombres a sueldo. Supo en ese instante cuál era su sitio en este mundo. Era practicar y enseñar musabetsu kakuto, las artes marciales de estilo libre, transmitirlas de generación en generación, de padre a...

--Es... es lo más hermoso que nunca haya visto --dijo Akane.

El se volvió hacia ella. Su rostro brillaba ante la cálida luz del sol, su cabello ondeaba suavemente en la tibia brisa.

--Hermoso --dijo él. Podía ver el amanecer reflejado en sus ojos, de algún modo fieros, pero ahora calmados.

Quizá... quizá deba besarla, pensó él. Aquí estamos, solos mirando un hermoso amanecer. Esta debería ser una buena oportunidad. El corazón de Ranma empezó a latir con fuerza. Apretó la mano de Akane, ella lo miró.

Akane observó los ojos de Akane, y vio su orgullo y algo más. Su corazón pareció detenerse. Gracias a Dios... ¡Finalmente va a hacerlo! ¡Realmente va a besarme! Sonrió y volvió su cabeza hacia él.

Ella realmente quiere que la bese, pensó él. Cerró sus ojos y se acercó a sus labios. En ese momento revivió la historia de su compromiso, desde el momento en que la vio por primera vez, hasta los eventos de la noche anterior.
 



Como era típico en sus vacaciones en la playa, cenaron en su habitación. Soun y Genma bebieron cerveza con su comida, y siguieron con interminables juegos de shogi, acompañados de interminables rondas de sake. Nabiki y Kasumi se retiraron temprano, mientras Akane le enseñaba los puntos más delicados del póker a él. Ella lo derrotó como era lo usual y el perdedor debió preparar los futones para sus ahora roncadores padres. Mientras ella recogía el desorden de botellas y vasos, él llevó (o más bien arrastró) a sus padres a la cama.

--Voy a salir a tomar un poco de aire antes de acostarme --dijo él.

Se sentó en el peldaño superior, observando fijamente a la luna sobre el horizonte. El sonido de las olas se había calmado de algún modo y se mezclaba con los chillidos de algunos pájaros inquietos y el ruido de algunas actividades humanas allá abajo, en la playa. El aire era agrio y ligeramente frío para sus brazos y piernas descubiertas.

Akane salió vestida en una de sus túnicas azul oscura de su cuarto y cargando otra en su brazo izquierdo. Llevaba además una pequeña bandeja redonda.

--Toma --dijo ella dándole la túnica a Ranma.

El no tenía frío, bueno, no tanto todavía. Recibió la túnica que le ofrecía Akane y se puso de pie para ponérsela. En la bandeja había dos diminutos vasos y un pequeño jarro con sake. Se sentaron al borde del balcón y colocaron la bandeja entre ellos. Entonces Ranma escogió un vaso y Akane vertió el cálido sake en él. El, a su vez, tomó el jarrito y llenó el de ella.

Juntaron sus vasos y Akane susurró:

--¡Banzai!

Ranma acercó la taza a sus labios. El había bebido sake un par de veces antes, pero nunca tranquilamente sentado como ahora. Ambos bebieron a sorbos. Akane contuvo un tosido.

--¿Estás bien? --preguntó Ranma.

--Mmmm, sólo me sorprendió un poco.

--Creo que todavía debes acostumbrarte.

Akane bebió nuevamente.

--¿Sabe extraño, cierto?

Sostuvo la copa en frente de ella y la examinó frente a un carguero que pasaba en el horizonte.

--Así que, eh... ¿por qué sacaste esto? --preguntó Ranma, sosteniendo su vaso y examinándola también.

--Algunas de mis amigas ya lo han probado, bueno... todas mis amigas ya lo han probado, y quería ver como era. Te traje un poco porque... --hizo una pausa y sacudió dramáticamente su pelo-- ¡...una chica no debe beber sola!

Acercó la copa a sus labios y, con cautela, bebió lentamente el resto.

Ranma volvió a llenar su vaso, preguntándose cómo se comportaría ella después de beber. Terminaron con la pequeña botella en silencio, cada uno sirviendo el vaso del otro. Los sonidos de actividad de las otras cabañas en la playa menguaron paulatinamente, el viento aumentó un poco y Ranma se sintió agradecido por la túnica.

--Así que... ¿qué piensas? --preguntó Ranma.

--Mi cabeza se siente rara, mi estómago está un poco revuelto, y mi cara está caliente.

Ella dio golpecitos a sus mejillas con la palma de sus manos.

--Aquí, siéntelo.

Tomó la mano de Ranma y la colocó en su frente.

--También estás un poco sonrosada...

--¡Tengo una idea! Bajemos a la playa.

Akane se levantó y bajó los cuatro escalones hasta la arena. Se volvió, rió y apuntó a la escalera.

--¡Ten cuidado! ¡Es más difícil de lo que parece!

Caminaron por la playa hasta donde las olas se vertían en la arena. Akane se quitó sus sandalias y avanzó para dejar a las olas lavar sus pies. Ranma se sentó en la arena seca.

--Ven, ¡se siente realmente cálida!

--Ni por nada. No creo que esté lo suficientemente cálida para mí.

--Gallina --río Akane y pateó un poco de agua en la dirección de Ranma. Esta cayó muy cerca de su blanco. Iba a dar otro puntapié, pero huyó de regreso a la arena, perseguida por una ola más grande. Se sentó al lado de Ranma.

--¡Oh! Me siento mareada --dijo.

--Sólo es el sake.

--No estoy segura que me guste.

--No hay motivo por que apresurarse. De todos modos no deberíamos beber hasta dentro de tres años. Yo no debería hacerlo debido a mi entrenamiento.

--Eso nunca ha parecido detener a nuestros papás... ¿o sí?

--No, es verdad.

Observaron las olas, sentados en silencio. Akane recogió arena en su mano y lentamente la vertió sobre los pies de Ranma.

--¿Qué estás haciendo? --preguntó él.

--No te muevas... ¡Voy a enterrarte en la arena!

--A ese ritmo estaremos aquí toda la noche.

--¿Y? ¿Acaso eso sería tan malo?

--Ah...

La respuesta de Ranma se atragantó en su garganta. Ella no podía estar hablando en serio... ¿o sí?

La observó por un momento, mientras extraía puñados de arena y los vertía grano a grano sobre los dedos de sus pies. Ella se dio cuenta de su mirada y le ofreció una sonrisa que casi detuvo su corazón.

Ella puede ser realmente hermosa a veces, pensó él. Así que esto es lo que el sake le provoca. La próxima carga de arena cayó sobre su pelo.

--¡¿¡Qué estás haciendo!?! --gritó Ranma, sacudiendo la arena de su pelo.

--Pensé que debía trabajar en el otro extremo ahora... tus pies ya están listos.

--Ah... --hizo una pausa y consideró sus opciones-- Quizá debas seguir trabajando en ese lado.

Apuntó a los dedos de sus pies, ahora algo expuestos después de su sacudida.

--Te dije que te quedaras sentado --dijo simulando un enojo--. Ahora tendré que empezar de nuevo.

--Disculpa.

Así que esto es lo que le hace el sake. Ella se comporta como siempre, sólo que un poco más...

--Ne, Ranma. Camina conmigo en las olas por un rato.

--Pero --se levantó-- me convertiré en chica.

--¿Y qué? ¿Qué tiene de malo ser una chica?

--Nada, nada... Sólo...

Akane lo miró. El estaba jugueteando con las yemas de sus dedos y parecía atemorizado.

--¡Ajá! ¡Ya entendí...! --dijo ella.

--¿Entendiste qué?

--El por qué quieres quedarte como chico.

--¿Ah sí? ¿Por qué?

--Porque quieres besarme.

--¡B-baka! ¿Por qué querría yo...?

Se detuvo y empezó a jugar con sus dedos de nuevo.

--Jé, jé. Lo sabía...

Ella hizo una pausa.

--Okey.

--¿Okey? --preguntó Ranma incrédulo.

--Dije "Okey".

Ella se acercó.

--Dame una mano.

Ranma ayudó a Akane con sus pies. Ella estaba de pie ante él. Sus ojos temblaban.

--Ranma... --dijo dulcemente-- Yo... yo... --ella cayó en sus brazos.

--¡Akane! ¡Akane!

La agitó con suavidad. Debe haberse desmayado por el sake, pensó. Se levantó y la cargó en sus brazos. Recorrió el camino de vuelta a través de la playa. Akane despertó y cerró sus brazos alrededor del cuello de Ranma.

--Ranma, lo siento. Debió ser el sake.

--Okey. ¿Puedes caminar?

--Mmm. Pero no todavía... ¿Okey?

Ella recostó su cabeza sobre su hombro.

Lentamente recorrieron el camino hasta la escalinata. Se agachó y la dejó en el peldaño inferior. Cuando regresó con sus sandalias, ella sonreía.

--Pero tú estabas... el sake... --tartamudeó.

--Estoy bien. Sólo me levanté muy rápido.

--Ka-wai-ku...

--¡Ranma!

Ella lo miró ceñudamente. Entonces sonrió.

--Gracias por el paseo.

Ella se volvió y saltó los peldaños, hizo una pausa para recoger la bandeja y los vasos vacíos.

--...-ne --finalizó Ranma débilmente.
 



Abrió sus ojos. Akane había cerrado los suyos y esperaba por él. Tomó aliento y alzó su barbilla con su mano. Cerró los ojos de nuevo y sintió un escalofrío de la cabeza a los pies. Todo parecía zumbar. Se acercó.

--¡¡¡¡¡Kiiiyaaaa!!!!!

Abrió sus ojos y se encontró a Akane goteando agua.

--Ranma, no ahora... ¡Ambas somos chicas! --dijo ella.

Miró hacia abajo para descubrir que él ahora era una ella.

--¿Qué pasó? --preguntó.

--Una ola pícara, supongo.

Akane empezó a reír, y suspiró.

--Oh, bien, regresemos y sequémonos. Al menos podremos caminar juntos por la orilla.

Mientras caminaban de vuelta, Ranma se detuvo y observó el horizonte.

--Ne, Ranma. ¿Qué ocurre?

--Sólo estaba pensando lo que dijo ese anciano acerca de que el océano era un buen maestro.

--Y...

--No estoy seguro, pero eso a veces me recuerda a mi padre.



Fin

Nota del autor:

Gracias por leer. Este es el tercero de una serie de cuatro trabajos, ubicando a Ranma y Akane en cada una de las estaciones, "Invierno", "Primavera", "Verano" y, próximamente, "Otoño":
Gracias a Nikki por su inspiración, y gracias a aquellos que han tomado el tiempo de escribir. Realmente me alegra el día el recibir vuestros mensajes.
Honestamente adoro recibir correo de los amigos que han leído mis historias. Si les han gustado, por favor suelten una linea a mailto:jpalmer@best.com
Mis otras historias se pueden encontrar en mi página http://www.best.com/~jpalmer/fanfic/fanfic.shtml.

"Verano" 1995, Joseph Palmer
 
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Ultima actualización: sábado 22 de enero de 2000
 
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